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Presidencia Honoraria

Cuando en mayo pasado fui informado de mi designación como Presidente Honorario del Consejo Federal de Decanos de Ingeniería, un cúmulo de sensaciones me embargó: incredulidad ante tamaño reconocimiento, agradecimiento por valorar mi presencia y accionar en este ámbito durante tantos años, responsabilidad por ser digno de tamaña confianza institucional, orgullo por haber obtenido reconocimiento de una institución a la quiero profundamente y a la que he brindado toda mi atención y capacidad.
Mi primer contacto, con lo que posteriormente iba a ser el CONFEDI, lo tuve en septiembre de 1987 en la Universidad Nacional de La Plata, durante la realización de unas jornadas sobre planes de estudios de ingeniería, organizadas por esa universidad. Allí su anfitrión, el Ing. Zárate, promovió un encuentro con Decanos presentes que estaban analizando acciones para crear este Consejo de Decanos, lo cual se concretó en marzo del año siguiente. En esa ocasión, me acerqué a la reunión sólo a los efectos de transmitirles un mensaje que me había dado mi decano.
Como asociado me integré al trabajo institucional en Bahía Blanca en septiembre de 1993, dado que en ese entonces se hacían reuniones regionales entre plenarios y en nuestro caso de la región sur, recuerdo que Fabián Irazzar coordinaba esta actividad. En el plenario de Catamarca, de octubre de 2005, dejé de ser decano y la institución aceptó mi solicitud de asociado adherente que continuo ejerciendo y también participando, en la mayoría de sus reuniones plenarias.
En ese lapso de participación, las concreciones institucionales fueron múltiples y entiendo que todas ellas aportaron a tener una ingeniería argentina más homogénea en su formación y a visualizar problemáticas que son comunes a todas las unidades académicas en que se dictan estas carreras. Como algunos hitos que marcan nuestro camino, no puedo dejar de recordar la redacción de nuestro estatuto y su reconocimiento por parte de la Inspección General de Justicia, la incorporación a este Consejo de las unidades académicas de gestión privada, la redacción y publicación de los denominados libros azules y especialmente del libro verde que tuvo en Daniel Morano a su motor principal, los primeros pasos en los procesos de acreditación de carreras, la diversidad de talleres organizados con el objeto de compartir nuevas vías que se generan y marcan tendencia en la formación de ingenieros, el diseño y la propuesta en ámbitos ministeriales de planes para la mejora de nuestras carreras, la decisión de publicar una revista y de concretar congresos de enseñanza de la ingeniería en particular y sobre la ingeniería en general, etc.
Más allá de las acciones y logros institucionales entiendo que, por sobre todo ello, el accionar de nuestro Consejo condujo a lo que podríamos denominar la “cultura del CONFEDI” que pienso es el legado institucional más importante, por constituir una herramienta esencial para el desarrollo y mejora de la ingeniería.
Esa cultura del CONFEDI no es otra cosa que la construcción ejecutada por esta comunidad de amigos que trabaja con actitud solidaria, entregando su preciado tiempo y capacidades en pos del bien común, para alcanzar una ingeniería de mayor calidad con el objeto de satisfacer las múltiples demandas que nos plantea el país y poner a esta profesión al servicio de sus habitantes. El marco cultural al que aludo implica también tener siempre las puertas abiertas a la participación de todos sus integrantes y ejercer a pleno los principios federales, de lo que puedo dar fe por venir de la Patagonia y observar que tales principios se cuidaron y siempre estuvieron presentes.
El trabajo, la responsabilidad, el compromiso, la actitud solidaria de entrega y la participación permanente son los rasgos que nos caracterizan y que nos posibilitaron adoptar decisiones por consenso, para lo cual se hicieron los esfuerzos necesarios para que todos se sintieran contenidos y por ende representados por esta institución.
No tengo duda que transitando este sendero, el CONFEDI seguirá siendo la institución que posibilitará el crecimiento armónico y sostenido de la ingeniería argentina.
Este espacio de trabajo me brindó recuerdos imborrables, ejemplos de entrega permanentes y desinteresados, signos de amistad sincera. Sin duda alguna he sido afortunado por compartir ámbito tan virtuoso.
En circunstancias tan sensibles y emotivas como implica recibir una distinción honorífica, para quienes el CONFEDI marcó con trazo indeleble el trabajo institucional, significa un compromiso mayor y la responsabilidad de estar a la altura de valores y logros tan significativos e importantes como lo es posibilitar que el país tenga los mejores ingenieros para poder concretar que sus habitantes alcancen superiores condiciones de vida.
Deseo expresar nuevamente mis gracias por haber considerado que era merecedor de distinción tan importante. Recordar y agradecer por el trabajo y participación de todos quienes forman y formaron parte del CONFEDI, sin olvidar a aquellos que ya no están con nosotros. Los llevaré a todos y por siempre en mi corazón. Deseo y espero que pueda seguir acompañándolos en mi carácter de asociado adherente. Muchas gracias.

Por Roberto Aguirre

 

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