Desafíos y posibilidades para las ingenierías en la flexibilización de sus planes de estudios y la incorporación de títulos intermedios. Dialogamos con quienes coordinaron el primer taller sobre Planes de Estudios Flexibles, Silvia Bernatené* y Jorge Steiman*. El escenario para 2022. 

Por Manuel Bomheker.

Manuel Bomheker: ¿De que se habla cuando se habla del diseño de planes de estudio flexibles?

Silvia Bernatené: Una de las maneras de abordar la formación en Ingeniería, puede realizarse desde la estructura formal de la currícula. El taller que acaba de terminar, partió de la idea de que puede ser repensada para mejorar cualitativamente la formación, atendiendo a la normativa vigente. Fue un ciclo de encuentros con un conjunto de presentaciones que permitieron generar acuerdos sobre conceptos centrales respecto a la composición de un plan de estudios y a la importancia de las normativas que regulan la acreditación. Acordamos los focos de atención y trabajamos con casos específicos de las carreras de pertenencia de los asistentes como si estuvieran iniciando el proceso del cambio de la currícula. Flexibilizar los planes de estudios, implica pensar las propuestas académicas como posibilitadoras de múltiples recorridos. 

Jorge Steiman: Existen problemas recurrentes en el campo de la ingeniería. Uno de los más recurrentes, y a mi parecer más injusto, es la situación que viven quienes tienen ya titulaciones intermedias. Son títulos con grandes limitaciones a la habilitación profesional. En otros ámbitos profesionales, los y las profesionales técnicos tienen autonomía e intervención. Sin ir más lejos, los títulos técnicos de la educación secundaria serían un buen ejemplo: una persona que egresó de la Escuela Técnica, con un título de Maestro/a Mayor de Obras puede construir tres pisos de un edificio y un Técnico/a Constructor/a Universitario/a, no. Estamos avanzando contra esa situación con argumentos de racionalidad jurídica y de racionalidad profesional. La Secretaría de Políticas Universitarias de la Nación, la Dirección Nacional de Gestión Universitaria y el propio CONFEDI, lograron acuerdos políticos de base que permitieron atacar técnicamente un problema recurrente e injusto. 

Ante la consulta sobre el rol del Consejo en este proceso, Steiman y Bernatené coincidieron en la tarea política del CONFEDI, “convocando a las unidades académicas, con una direccionalidad política concreta: El Consejo asume la conducción de un proceso, abriendo un espacio de intercambio con colegas ingenieras e ingenieros, centrando el debate en dos problemas: la flexibilidad y la posibilidad de un título intermedio.” señaló Steiman. Los encuentros fueron pensados desde una mirada curricular, “nos juntamos a trabajar con representantes de las unidades académicas para ver cómo puede llevarse adelante la idea” agregó Bernatené. La iniciativa busca hacer visible un abordaje para mejorar las oportunidades de quienes estudian Ingeniería, apuntando a evitar las deserciones tempranas, para potenciar los egresos y bajar el tiempo de cursada de los planes. “Una manera de abordar ese conjunto de problemas es a través de la estructura curricular” concluyó Steiman. 

Bomheker: ¿Qué implica para las unidades académicas el abordaje de un cambio en el plan de estudios? 

Bernatené: Es toda una discusión mover un plan de estudio. En las universidades, este tipo de modificaciones siempre es una tarea tensionante y compleja. Hay un fantasma sobre qué va a pasar con el trabajo, ¿nos vamos a quedar con menos o más trabajo los equipos docentes?, ¿va a desaparecer mi materia?. Entonces, en ocasiones sin conocer las condiciones, los alcances de un cambio curricular, hay una suerte de reparo por las dudas. 

Steiman: No estamos hablando de modificaciones estructurales, por lo que no hay cambio en los equipos docentes. Se trata de un cambio en el ordenamiento de las materias y en los recorridos que se hacen dentro de un plan de estudios para obtener la graduación. En ningún caso se trata de achicamientos que dejen colegas fuera. Tenemos que pensar un trayecto formativo como un rompecabezas, en el cual somos una pieza. Esa mirada, posibilita darle valor al todo y no aferrarnos sólo a nuestra pequeña parte. Y mirando el todo, a la vez, podemos hacer aportes valiosísimos a la propuesta curricular.

Bomheker: ¿Qué les dirían a los decanos y las decanas que no pudieron asistir al taller? Sobre los desafíos, pero sobre todo de lo bueno que hay detrás de abordar la problemática desde esta perspectiva. 

Bernatené: En primer lugar les diría que no hay prohibiciones ni fórmulas mágicas, hay que comenzar por el análisis de condiciones y tomar decisiones. Y por supuesto, que hay que tomar algunos recaudos. 

Steiman: Diría que la única oportunidad perdida es aquella que no se toma. Ninguno de nosotros tiene la verdad sobre la formación. Creo que es un debate que nos corresponde por responsabilidad ética. Requiere abrirnos, experimentar, hacer pruebas, diagnosticar con cierta certezas y evaluar con ciertas precisiones, para después tomar decisiones. 

Bomheker: ¿Y a los docentes? 

Bernatené: Que es imprescindible dar la discusión, que no se la puede postergar. Y que tiene que dar por resultado un plan de estudios que emerja de un proyecto colectivo. Para que sea posible llevarlo a cabo con las condiciones, decisiones y recaudos que tendría que pensar el decano. 

Steiman: Que siempre debe pensarse desde el análisis colectivo, nunca desde lo individual. Tenemos que desprendernos de nosotros mismos, ver el escenario formativo, porque lo que está en juego es el trayecto que realizan nuestras y nuestros estudiantes y no los y las docentes. Estamos tomando decisiones para mejorar la vida formativa de un conjunto de estudiantes, para mejorar la vida futura profesional de esos y esas estudiantes.  Lo que queremos es que puedan egresar y que si alguna circunstancia de la vida les impide completar todo el trayecto, tengan una certificación, una titulación intermedia y un conjunto de saberes y competencias apropiadas que les permitan insertarse en el mundo laboral con una cualificación válida.  

Bomheker: hablemos de proyecciones, ¿qué rol le ven a CONFEDI en el 2022?, ¿cuál debería ser su tarea? 

Steiman: Estamos diseñando una política de Estado desde la SPU sobre este tema. Definir una política y un programa concreto y empezar a trabajar sobre el producto. Buscamos soluciones que mejoren la vida de nuestras y nuestros estudiantes. Construir una propuesta con la fuerza política de un programa, que invite y acompañe a las unidades académicas. El CONFEDI tiene que “pilotear” este recorrido con sus bases.

Bernatené: Creo que se debe profundizar lo hecho hasta ahora, leer la situación, identificar los problemas, reconocer puntos de cruce y acompañar los diferentes procesos. Me parece que la posición de lectura política, de invitación y de acompañamiento es una propuesta virtuosa del CONFEDI

“Queda mucho trabajo por delante” coincidieron. Reconocieron como desafío convocar a otras unidades académicas, especializadas en temas curriculares y propuestas académicas, para visibilizar los recursos disponibles dentro de cada Universidad y conformar equipos técnicos para avanzar en estos temas. “La invitación del CONFEDI debe abrirse a otras unidades académicas que nos ayuden a concretar la manera de dar respuesta a estas problemáticas”.

Remarcaron dos dimensiones fundamentales para los próximos desafíos, por un lado el trabajo colectivo, “ampliando la convocatoria, dado que no participaron todas las unidades académicas de Ingeniería”. Por otro lado, la importancia de la generación de espacios de encuentro y acompañamiento, “que facilite el avance en la redacción de las propuestas de cambio y la presentación conjunta ante el Ministerio, para no ir haciéndolo sueltos cada cual y empujar desde una política de Estado”.

* Jorge Steiman Doctor en Educación, Experto en Didáctica Universitaria y Diseño Curricular y ex-director de la Dirección Nacional de Gestión Universitaria.

* Silvia Bernatené Doctora en Educación y Especialista en Asesoramiento y Gestión Pedagógica.