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Libro azul y Libro verde

 

En el año 1995 se aprobó la Ley de Educación Superior (LES) N° 24.521 que introducía la novedad de la creación de la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (CONEAU) y la obligatoriedad de acreditar aquellos títulos que fueran declarados de interés público.
Paralelamente, y desde el año 1992, CONFEDI se encontraba llevando adelante el Proyecto de Unificación Curricular de Carreras de Ingeniería que finalizó en 1996, financiado por el Instituto de Cooperación Iberoamericano (ICI).
Con el ICI se comenzó a delinear un nuevo proyecto, que sería la continuidad del anterior, sobre Mejoramiento de los Procesos de Enseñanza y Aprendizaje y de la Calidad de la Formación. Este proyecto fue aprobado para su ejecución, pero el cambio de gobierno español en 1997 con la asunción de José María Aznar como primer ministro, determinó la suspensión de todos los proyectos del ICI que aún no habían comenzado a ejecutarse, por lo que quedó trunco.
De todos modos, con base en lo escrito para dicho proyecto, y teniendo en cuenta lo pautado en la LES sobre acreditación, se comenzó a debatir la idea de declarar a las carreras de ingeniería de interés público y comenzar el proceso de acreditación.
Y aquí hago un comentario, en 1998 el Sistema Universitario en general, rechazaba mayoritariamente los procesos de acreditación, por considerar que ésta era una herramienta diseñada para quitarle validez nacional a los títulos de las carreras que no acreditaran y por tanto, obligar su cierre. Todo esto, teniendo en cuenta que CONEAU en ese momento estaba financiada por el Banco Mundial y se inscribía en las políticas neoliberales de la época.
En el CONFEDI, se debatió que la acreditación era precisamente un instrumento y no un fin en sí mismo, y que la finalidad era el aseguramiento de la calidad en el marco de un proceso de mejora continua. Esto llevó a comenzar un trabajo interno por un lado y de relaciones con la Secretaría de Políticas Universitarias por otro.
En 1996 el CONFEDI edita un documento llamado “Unificación Curricular en la Enseñanza de la Ingeniería”, más conocido como Libro azul.

 

Comité de Acreditación de CONFEDI
Se constituyó una comisión de acreditación que entre otros, conformamos con Diego Moitre, Osvaldo Micheloud, Marcelo Sobrevila, Horacio Albina, Fabián Irassar, Cristóbal Lozeco y Manuel González, cuyo primer trabajo fue consultar sistemas de acreditación de carreras de Ingeniería en marcha.
A partir del trabajo previamente desarrollado se comenzaron a definir los estándares y sus indicadores, tarea desarrollada durante el año 1999 y con vistas a presentarlo en el Plenario que se desarrollaría en el ITBA en mayo de 2000.
Luego de algunas idas y vueltas finalmente llegamos a un borrador del trabajo, que fue tratado en Plenario durante dos días. La metodología prevista fue proyectarlo en el Aula Magna del ITBA y que el Plenario opinara de cada estándar y propusieran cambios o se aprobara.
Volvíamos a nuestras universidades, a pasar en limpio todo lo debatido y a agregarle los indicadores de cada estándar que había quedado a cargo de la comisión. Pero ese tiempo se acortó drásticamente. Diego Moitre, Presidente del CONFEDI en ese momento, nos llamó el jueves siguiente, diciéndonos que el Secretario de Políticas Universitarias (por entonces Secretaría de Educación Superior) necesitaba que le presentáramos la propuesta de estándares si queríamos que nuestra voz fuera escuchada, el lunes siguiente.
Finalmente el domingo por la noche, mandé la versión casi final al ITBA, para que la imprimieran el lunes por la mañana, y allí Osvaldo Micheloud, decidió que luego del Libro Azul debía seguir el Libro Verde, cuya tapa la había diseñado mi esposa, de profesión Diseñadora Gráfica.
Finalmente el lunes 30 de mayo a las 15 horas estuvimos con dos copias anilladas del flamante Libro Verde (“Propuesta de Acreditación de Carreras de Grado”) en la reunión con el Secretario de Educación Superior.
El resultado, fue que finalmente esa propuesta, que no sólo era de estándares, sino también metodológica, hizo que formáramos parte de una comisión para definir estándares. Esa comisión la conformaba la CONEAU (Ernesto Villanueva, Adolfo Stubrin y Carlos Pérez Rasetti) y el CONFEDI, donde CONEAU nos dejó claro que lo metodológico no correspondía a CONFEDI y que analizaríamos estándares, atento a que debían definirse una serie de estándares transversales para cualquier carrera de grado y que a su vez estuvieran en línea con el Sistema de Acreditación MERCOSUR que se estaba diagramando.
Así fue y surgió el borrador de la propuesta final de estándares que fue aprobada por el Consejo de Universidades y fechada en un día histórico para la Argentina, 20 de diciembre de 2001. Esa es la fecha de la resolución 1232/01 del Ministerio de Educación.

 

Comienzo de la acreditación
Luego llegó el Plenario de Mayo que se realizó en la Escuela Superior Técnica del Instituto de Enseñanza Superior del Ejército. Allí para la charla inaugural del día miércoles, invitamos a los representantes de la CONEAU, para ver que tenían en su agenda para la acreditación de carreras de ingeniería, y allí nos enteramos que en menos de quince días comenzaba el proceso para el área metropolitana y Cuyo. El motivo, como dije, era que la CONEAU todavía estaba financiada por el Banco Mundial y debían cumplirse los acuerdos de ejecución de los programas.
El clima se enrareció un poco (quizás más que un poco) y, en mi caso, que en ese momento era Presidente de la Comisión de Enseñanza, fue la primera vez que me tocó junto con Carlos Pérez Rasetti, que como miembro de la CONEAU era responsable de la acreditación de grado, calmar los ánimos.
Si bien compartíamos el proceso, la coyuntura nacional era muy compleja, estábamos en mayo de 2002, y como decanos nos resultaba prácticamente imposible comprometer fondos para un plan de mejoras cuando en muchos casos las universidades no podían pagar los servicios básicos. Otro tema, fue la implementación de las PPS y fundamentalmente su gradualidad, atento a que estábamos en un país con un 25% de desocupación.
Nos pidieron que presentáramos una nota indicando todas las cuestiones que preocupaban en ese momento y nos esperaban el día después a las cinco de la tarde.
El 12 de junio tuvimos el Taller en Mendoza para comenzar una autoevaluación que oficialmente había comenzado el 1 de junio y con un software que no estaba listo para su uso.
Aquella primera ocasión, en que con Carlos Pérez Rasetti nos había tocado ser mediadores y calmar las aguas, se siguió dando, y si bien teníamos diferencias de criterio, siempre primó un objetivo común, que era concluir este primer proceso de acreditación de carreras de grado de ingeniería, que era el primer proceso masivo de acreditación en Latinoamérica e incluso en la Europa Continental y el que dio en parte la presencia de CONEAU como organismo evaluador y acreditador en el sistema universitario y al CONFEDI como referente internacional.

 

Final Feliz
Luego, un cambio paradigmático en la política económica a partir de 2003, tratando de volver a convertir a Argentina en un país con una industria pujante, hizo que el CONFEDI pasara a ser un interlocutor privilegiado del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, en el marco de mejorar e incrementar la formación tecnológica en todos los niveles educativos; y desde 2004 y hasta fines del 2015 las ingenierías fueron consideradas carreras prioritarias. El Proyecto de Mejoramiento de la Enseñanza de la Ingeniería (PROMEI) fue la culminación de un proceso que permitió cumplir con los planes de mejoramiento comprometidos por las facultades, le siguió el Plan Estratégico de Formación de Ingenieros (PEFI), marcando una línea de quince años de trabajo que pusieron a la Formación de Ingenieros en Argentina y a la Ingeniería Argentina en una posición de liderazgo a nivel mundial.

Por Daniel Morano

 

 

 

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