El 8M se mantiene en el recuerdo como un pasado doloroso, necesario, airoso y asombroso. Creciente ejemplo en el transcurso de los años, fue un sueño de un grupo de mujeres que decidieron mostrarse, tal vez la primera muestra de “mentoreo”. En este caso no se ajusta a “y los sueños, sueños son”, sino se han tornado en “realidad” con los años y se sigue en esa línea con el impulso de cada vez más mujeres, actualmente acompañadas por gran parte de la sociedad, que reconocen las posibilidades de cada quien, por su capacidad y no por cuestiones de género.

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