Una vez más, nuestro país se encuentra atravesando una crisis económica derivada de lo que los economistas denominan “restricciones externas”, que no es otra cosa que la crónica escasez de divisas que viene sufriendo la economía argentina durante los últimos 70 años.

Tal como lo expone muy claramente la Tesis de Prebisch-Singer, existe una evidente tendencia al deterioro de los términos de intercambio en beneficio de los países más poderosos e industrializados, en detrimento de los países periféricos y productores de materias primas. Esta tesis es fácilmente verificable al observar el comercio exterior latinoamericano en general y el argentino en particular, al ver cómo, en el largo plazo, los precios de los bienes exportados por los países periféricos disminuyen sistemáticamente su valor; al tiempo que los productos importados de alto valor agregado y nivel de sofisticación se encarecen. Este hecho termina generando desequilibrios en la balanza comercial de los países periféricos por la sangría de divisas, que en el mediano plazo impactan en crisis devaluatorias, recesión o lisa y llanamente en una brutal contracción de la economía y por tanto en la calidad de vida de la población.

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