El mundo está cambiando permanente y vertiginosamente. La incertidumbre sobre el futuro, la aceleración de los procesos de digitalización, el crecimiento de la información y su disponibilidad, las nuevas herramientas generativas de conocimiento, las urgencias y demandas sociales, la pobreza, la desigualdad y la nueva dinámica del mercado profesional, entre otros aspectos, hacen que la educación universitaria en general y la de la ingeniería en particular, deban reflexionar y reconfigurarse constantemente para seguir cumpliendo con la misión, no sólo de formar profesionales y producir conocimiento, sino de asumir, en palabras de Federico Mayor Zaragoza,
“el deber de anticipación global que le permitirá desempeñar un papel activo en el seno de la sociedad, especialmente para hacer frente a las nuevas necesidades sociales y ambientales, ayudando a la sociedad a diseñar el futuro y ser dueña de su destino”.